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Una obra con dos líderes de orquesta

Massimiliano Allegri y Pep Guardiola nos regalaron, tal vez, la mejor eliminatoria de Champions League en los últimos años. Un Bayern Múnich-Juventus con golpes brutales que se definió con los más pequeños detalles.

Por Josu Gogeascoechea

Twitter: (@josugoge)

Publicado: 2016-03-18

23 de febrero. El Bayern Múnich viajaba a Turín con la intención de salir victorioso de uno de los campos más difíciles de Europa: el Juventus Stadium. El equipo local, dirigido por Massimilano Allegri, llegaba al partido de ida con tres goles en contra recibidos en los seis partidos de fase de grupos contra rivales de primera categoría como el Manchester City, el Sevilla o el Borussia Mönchengladbach. La tarea de los alemanes –si no querían sufrir más de la cuenta- era anotar goles en condición de visita, pero el cometido no iba a ser fácil ni mucho menos.  

La Vecchia Signora, en primer lugar, tomó la decisión de replegar líneas y mantenerse junta buscando un error del equipo de Guardiola para salir y matar a la contra con jugadores como Juan Guillermo Cuadrado, Paul Pogba, Paulo Dybala o Mario Mandzukic. El plan inicial de Allegri no fue efectivo y los muniqueses, con un fútbol excepcional, pudieron dominar la mayor parte del encuentro en base a la posesión del balón, los desbordes de Robben y un Arturo Vidal en un nivel excepcional como mediocentro con funciones de recuperador y de iniciador de juego. El equipo local no sabía lo que ocurría y en el minuto 55 ya se veía abajo en el marcador por 0-2, ¿eliminatoria sentenciada? ¿cómo reaccionaría el último subcampeón de Europa?

Allegri movió piezas. El ingreso de Hernanes le dio estabilidad al equipo en el medio del campo e hizo que la Juventus pudiese tomar aire y llevar el partido un poco más lejos del arco de Buffon. Fue ahí, a punto de recibir el golpe del knock out, donde apareció la sangre del guerrero que no da perdida ninguna batalla. Fue ahí donde la eliminatoria dio un giro abrupto y se puso de cara al equipo bianconero. Los locales, tras un salida rápida de Cuadrado por la banda derecha –como hizo durante toda la eliminatoria- y un error defensivo del mediocampista Joshua Kimmich, en el cual Pep Guardiola ha depositado toda su confianza, dieron vida a un estadio que ya veía como su sueño de dar un golpe sobre la mesa –así como lo hicieron en la Liga de Campeones pasada- se esfumaba poco a poco. Tras el gol, el dominio italiano fue absoluto presionando la salida limpia del Bayern y recuperando la bola lo más rápido posible. El equipo de Pep estaba perdiendo el control del balón y del espacio, ¿eso es noticia, no? Era el momento de los de Allegri y el empate se caía de maduro, hasta que otra recuperación de Pogba permitió encontrar mal parado al equipo visitante y un asistencia de Morata a Sturaro –ambos habían ingresado al campo en el segundo tiempo- revivió a un equipo que ahora sí creía que podía ser héroe gracias –irónicamente por lo que vendría después – a los cambios de Massimilano Allegri.

Tres semanas tuvieron que pasar para que el 16 de marzo se volvieran a ver las caras en un duelo que iba a sacar chispas. La Juventus llegaba con un mensaje claro: querían ser héroes y eso le hacían creer a su gente estableciendo el hashtag #BeHeroes en sus redes sociales. El Bayern, por su parte, sabía de la ventaja con la que contaba pues anotar dos goles frente a un equipo italiano fuera de casa es un premio gordo, pero tampoco se daba por vencedor a pesar de que los de Turín llegaban con tres bajas importantes como las de Chiellini, Marchisio y Dybala. Para los italianos, entonces, vencer en Múnich sería una epopeya por el contexto y la situación en la que se encontraba su plantilla. Buffon, capitán y símbolo del equipo, decía en una entrevista previa al cotejo que ellos sabían que no eran los favoritos, pero saldrían a jugar de igual a igual en el Allianz Arena, pero ¿qué es jugarle de igual a igual a un equipo con la delantera del Bayern? Si le sales a atacar, ¿no te arriesgas a que te maten a contras? Allegri lo tenía todo calculado.

El entrenador italiano, a pesar de no contar con el lesionado Chiellini, no modificó su línea de cinco en el fondo, cuatro en el mediocampo y un único punta como Álvaro Morata, ya acostumbrado a las grandes citas en competición europea. Los italianos salieron completamente concentrados en su tarea: sabían que debían presionar la salida limpia de Kimmich, Benatia, Lahm y Alaba, tomando también la referencia del único mediocentro que había puesto Guardiola como lo era Xabi Alonso. La Juventus sorprendió a todo el Allianz Arena que, realmente, no sabía lo que estaba pasando con un planteamiento directamente proporcional a su nivel de grandeza, tanto en Italia como en Europa.

El partido se iba decantando para el lado de los visitantes. La presión surgía efecto y el equipo bávaro se encontraba perdido. Los fantasmas de aquella goleada frente al Real Madrid parecían rondar por la cabeza de cada uno de los jugadores alemanes y la primera evidencia se dio cuando Alaba y Neuer, en su afán por despejar la pelota, tuvieron un malentendido y dejaron en bandeja el primero gol de la tarde: Paul Pogba ponía adelante y daba la clasificación momentánea al equipo de Turín.

La situación parecía no cambiar. La Juventus, a pesar del gol, decidió seguir con la presión intensa y el Bayern no encontraba fluidez ni individualidades que pudiesen cambiar el rumbo del partido. En veinte minutos de partido, el panorama era negro para Guardiola y sus dirigidos. David Alaba, acostumbrado a grandes actuaciones en la élite, regalaba su carril izquierdo a un Cuadrado que se encontraba muy cómodo en el Allianz Arena; mientras que Morata le hacía la vida imposible a los centrales vestidos de rojo.

Ni media hora había pasado y los de Allegri corrían hacia el área de Neuer con total facilidad. No había respuesta en los jugadores del Bayern: Xabi Alonso estaba perdido en el centro del campo y los laterales interiores tan conocidos en este equipo de Pep no ejercían su mejor labor frente a una presión infernal de los italianos.

La obra maestra llegó en el minuto 28. Álvaro Morata, el jugador al que el Real Madrid dejó libre, hizo una jugada digna de Diego Armando Maradona para dejar en bandeja el gol a Cuadrado, quien dejando en el piso a nada menos que Lahm, puso el 0-2 en casa del campeón alemán.

Ahora, rebobinemos, ¿quién hubiese imaginado un remontada tan increíble como la que estaba llevando a cabo la Juventus tras los primeros sesenta minutos que se disputaron en Turín? Agreguemos que el rival era el Bayern Múnich, equipo acostumbrado a manejar los tiempos y situaciones como le plazca. El mérito de Allegri era extraordinario y el hashtag #BeHeroes cambiaba de responsabilidad: ahora los héroes tenían que ser germanos.

Muchas cosas se habrán pensado en aquel medio tiempo en el Allianz Arena, pero entre todas había una que ya se volvía trending topic en las redes sociales y tenía que ver con el paso de Pep Guardiola por Múnich: “se le acabó la mentira a Pep”; “el fracaso de Guardiola en Múnich es evidente” o “Pep malogró completamente al equipo de Heynckes”. Pep lo sabía antes del partido y lo había dicho en conferencia de prensa: "Sé lo que pasará si no gano la Champions. Tengo que vivir con esa presión. Es siempre así: Ganas, todos contentos. Pierdes, no" ¿Qué tanto habrá pensado Guardiola en ese entretiempo? Solo lo sabe él, pero hay algo que sí podemos saber todos y es lo que hizo para revertir la situación: los cambios estuvieron de su lado.

El ingreso de Bernat por Benatia para suplir a Alaba por la banda izquierda fue el primer acierto. El jugador austriaco se había visto totalmente superado por Cuadrado en la primera mitad y el español estuvo más acertado en ese aspecto. Más allá de eso, la dinámica del partido no cambiaba y la Juventus seguía con su plan inicial impidiendo que el Bayern los lleve hacia el área de Buffon, hasta que dos cambios decidieron el futuro de la eliminatoria y fueron protagonizado no por Guardiola, sino por Allegri; sí, el mismo que había devuelto la ilusión tras ir perdiendo 0-2 en Turín con tres cambios acertados, ahora hacía lo contrario y sacaba a dos de las figuras del partido: Khedira, quien había sido el comandante del medio del campo y Morata, quien estaba teniendo una actuación esplendida con conducciones que permitían sacar a su equipo del área para llevarlo a una zona incómoda para el local, ¿por qué, Allegri? No lo sé.

Guardiola tampoco se había quedado con los brazos cruzados –esto era una batalla táctica y el italiano la estaba ganando- pero Pep decidió también mover piezas, sacar a Xabi Alonso, de mal partido, hacer ingresar a Coman y devolver a Vidal al puesto de mediocentro donde lo había estado haciendo muy bien durante el último mes. Kingsley Coman, ex Juventus, se ubicó por la banda derecha, mientras que Douglas Costa, quien había ocupado esa zona, se movió al medio. El de Santpedor se iba con todo al ataque, a morir con las botas puestas.

El apoyo de Allegri con los cambios fue fundamental para el equipo alemán, que empezó a tirar de un Douglas Costa endiablado para llevar, poco a poco, a la Juventus más cerca del arco de Buffon. El equipo de Sabener Strasse no perdía su idea central: presión tras pérdida y amplitud para dañar al rival y encontrarlo mal parado. Los centros al área fueron constantes y los goles de Lewandowski y Muller –sobre la hora- dieron al Bayern una vida más en la Liga de Campeones.

El tiempo extra no dejó mucho que hablar. El Bayern ya se empezaba a encontrar en el campo y a jugar como está acostumbrado, mientras que la Juve no podía salir de su área: los goles habían derrumbado a la Vecchia Signora. Pep tenía un cambio guardado y era su jugador favorito: Thiago Alcántara. El jugador catalán ingresó por Ribery para dar más juego a la mitad de la cancha, aunque no se vio muy acertado en sus primeras intervenciones, pero el fútbol tenía un regalo para él.

Minuto 108 y la tensión ya era parte del ambiente en el Allianz Arena, el equipo local no quería ir a los penales y tras una recuperación al borde del área visitante, un pase devuelto por Thomas Muller y una definición de la más alta calidad hicieron que Thiago, el mismo que sufrió tanto por las lesiones, le diera la remontada a un Bayern de Pep que puede haber encontrado, en una de las eliminatorias más bonitas que se recuerde de Champions, la llave anímica que necesitaba para que Guardiola se vaya a Inglaterra con su tercera Liga de Campeones en el bolsillo.

Coman terminó de definir una eliminatoria llena de aciertos y lujos, pero también de errores puntuales, porque a veces los retos más difíciles se decantan por los detalles más imperceptibles, del mismo modo que los logros y proezas deben ser reconocidos de acuerdo a la magnitud de los obstáculos que superas.





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