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Juventud vs Experiencia.  Duelo de atributos entre las  cartas de gol de los finalistas.

Entre flechas y balas, el gol

Juventud y experiencia. La explosión y la calma. Luiz Da Silva e Ysrael Zúñiga, dos generaciones unidas por el gol, van por la gloria. Llegó la hora, señores. Sporting Cristal y FC Melgar definen al campeón del fútbol peruano.

Por José Ruben Yerén

Twitter:@jryeren

Publicado: 2015-12-11

Una flecha surca el aire. Veloz y deslumbrante, el estilizado dardo viaja con la impetuosidad e irreverencia propias de la juventud. Hasta que da en el blanco. Dos veces. En Lima y en Trujillo. Luiz Da Silva, 18 años, ha detonado así, a puro talento, potencia y descaro, una semifinal. Nada menos. Emiliano Ciucci y Donald Millán aún persiguen su estela. Y así, mientras Vallejo y Navarro se preguntan qué hicieron mal para que esta vez tampoco haya premio, Cristal está ya en la final, buscando el bicampeonato, aunque empezando a imaginar la vida sin la joyita que acaba de brotarle.  

Quién lo diría: un muchachito es hoy el emblema del vigente campeón. Raro. Pero necesario, quizá. El peso de los nombres y los títulos recientes en tienda celeste empezaba a trasladarse al campo, quitándole chispa a una propuesta que ya poco se parece a la del famoso manual de estilo que se pregonaba en La Florida. Mucha calma, poco caos. Da Silva ha sido esa ráfaga de aire fresco que ha terminado abriendo puertas sin tocar antes. Osadía, que le llaman.

Si tal irrupción ha sido mérito del entrenador Daniel Ahmed o consecuencia de la seguidilla de partidos, ya poco parece importar. Hoy, en Cristal asumen que, como equipo, su mejor momento ya pasó. Pero les queda su enorme pegada. Con 81 goles en el año, los celestes son el equipo más goleador del torneo. Cada ataque rímense, aun con poca elaboración, lleva olor a gol. Cada contragolpe del rival, también. Es un equipo temible, Cristal: adelante, pero también atrás (56 goles en contra). No obstante, en ese intercambio de golpes, sabrosísimo, por lo general –busque el partido con Aurich (3-2) y deléitese–, son sus individualidades las que inclinan la balanza a su favor.

Son esos nombres, pesados, talentosos y ganadores, los que le están resolviendo los partidos bravos, esos que parecen hechos solo para elegidos. Y aunque sin el frac de Lobatón el overol de Cazulo parece gobernar todo, hay más. Rodríguez, Revoredo y Calcaterra también saben dar la talla en instancias decisivas. Igual que Ávila, siempre determinante en las finales. Tan notable como la desfachatez de Da Silva, quien las juega como si no fuesen tales. Juventud, divino tesoro.

Con siete goles en 35 partidos en Primera, apenas un puñado como titular, este muchachito apunta a crack. Tendrá que seguir aprendiendo, claro. Pero no quedan dudas que hay ahí suficiente materia prima. Para pulir y disfrutar. O viceversa, usted elija.

Cristal demostró su contundencia ofensiva ante Vallejo pero dejó  dudas en defensa.| Foto: Diario Correo.

Más sabe el diablo…

Cientos de kilómetros al sur, no hay ni flechas, ni estelas. Ni prisas. Como en el lejano oeste, todo fluye con calma. Taimado y con mil batallas detrás, el veterano pistolero se mueve con sigilo. Busca el flanco débil del rival, pero no se expone. Nada parece pasar. Hasta que de pronto, ¡boom! Ysrael Zuñiga, 39 años, acierta el disparo. Su gol, de penal, deja herido a Garcilaso. Nuestro pistolero sabe que es de muerte.

Y es que, aunque tiene el revólver cargado, para Melgar un solo tiro es suficiente. No desperdicia balas. Ni esfuerzos. Tampoco lo hace el popular Cachete, Con más de 500 partidos en su intachable carrera profesional, y cerca ya al retiro, el goleador arequipeño no ha tenido problemas en adaptarse al plan de su técnico Juan Reynoso, dosificando esfuerzos en un sistema de ataque que por momentos lo tiene a él como llanero solitario y en otros, como uno más de los vaqueros que asaltan el fuerte.  

En la embestida, claro, llama más la atención la zigzagueante velocidad de Fernández, el repertorio técnico de Cuesta o la maña de Montaño. Pero no se deje engañar: mucho del éxito del Melgar, el otro finalista del campeonato, se debe a Zúñiga, convertido casi en el estratega del once dominó. Goleador de su equipo con 18 anotaciones, el Cachete sabe que no es la estrella, pero sí el guía hacia ella. Trotón ya, Zúñiga ha perdido velocidad, pero no olfato de gol. Ni clase. Profesional a carta cabal, Ysrael es el mariscal de campo, aquel que sabe qué hacer, cuándo y dónde. No luce. Pero tampoco lo hace el equipo arequipeño y ésa quizá sea su mayor virtud.

Moldeable según el rival, sin un once que salga de memoria, y más cómodo en la emboscada que en el asalto, a este camaleónico Melgar no le entran balas. Ni goles. Con apenas 36 goles recibidos en 44 partidos, el arco arequipeño es el menos batido del campeonato. A Reynoso le basta con eso. El golpe a golpe no está en sus planes.

Melgar fue superior a su rival en ambos partidos de semis. Buscará su segundo título nacional. | Foto: Andina

Y, aunque en los últimos partidos ha soltado más efectivos en ataque, la mayor virtud de su equipo sigue siendo la fortaleza defensiva; a la sazón, un sólido bloque difícil de penetrar. Más aun, si la estrategia no es la indicada. Garcilaso, su última víctima, puede dar fe de lo difícil que es tumbar un muro a pelotazos. Intentó remontar solo un gol y terminó recibiendo cinco. Ese es el verdadero peligro del muro de Reynoso: te puede caer encima. Un plan, paciencia y oficio: así es Melgar. Y así también, Zúñiga. Lo dicho: a veces, una sola bala es suficiente.

Cristal y Melgar; Da Silva y Zúñiga. Dos estilos, dos generaciones frente a frente. Ambos merecen el campeonato. Pero, sabemos, el fútbol premia solo a uno. El miércoles en Arequipa sabremos de qué lado se decantó. Un jovencito se echará a volar a Holanda con la alegría de sentirse por primera vez campeón. O un veterano se retirará a sus cuarteles de invierno con otra estrella en el pecho. Como fuese, nuestro fútbol los merece a ambos. Y los extrañará.


Escrito por

José Rubén Yerén

Comunicador, cinéfilo, viajero comodón y defensor del fútbol de ataque.


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