Futuro incierto
Universitario de Deportes inicia el 2015 sumido en un panorama poco alentador. Mientras el equipo parece no encontrar un rumbo futbolístico que permita generar ilusión en los hinchas, el partido más importante para el destino de la institución se juega lejos de las canchas. En la Junta de Acreedores.
Por Steven Ponce
Si hay algo que caracteriza al Universitario de Deportes desde hace buen tiempo, es la incertidumbre: a nivel futbolístico y, aún más peligroso, institucional. Sin rumbo, a la deriva, perdidos, desorientados. Escoja usted el título para tan difícil y poca auspiciosa realidad, nuestra realidad.
Me gustaría afirmar que la introducción a esta columna es pesimista y exagerada, que el que escribe es un tipo poco optimista y de aquellos que siempre ven el vaso medio vacío. Créanme que es lo que más quisiera, pero hace falta leer los diarios, escribir “Universitario” en el buscador, preguntarle a un amigo en el colegio, la universidad, el trabajo o la calle por la actualidad del club para percatarse que la situación es crítica. Analicemos.
El 2015 inició con un considerable recambio de jugadores en el plantel: 13 abandonaron la institución (entre compras, cesiones y finalización de contratos) y 7 fueron las incorporaciones (sin contar los juveniles destinados para la reserva). Más allá de las distintas opiniones que suelen generarse en los periodos de traspasos, era claro que Ibáñez tendría lo que tanto exigía: un plantel armado por él.
Más allá de los intérpretes, todo equipo precisa de un modelo de juego que defina las formas y medios a utilizar para competir, una idea que integre cada uno de los actores en un colectivo, potenciando sus virtudes y aminorando sus debilidades. Es por ello que el equipo, a pesar de haber cambiado sustancialmente en cuanto nombres, sigue siendo una total incertidumbre dentro del campo (como lo fue en el segundo semestre del 2014). La carencia de un debido funcionamiento colectivo expone en mayor medida a los jugadores, hace más evidentes sus fragilidades y reduce su confianza, de ahí que sea muy difícil encontrar buenos rendimientos en el equipo.
Sin embargo, lo más alarmante es que, en un equipo dependiente de sus individualidades, las contrataciones no han sido las más acertadas considerando las posiciones y sectores del campo que necesitábamos reforzar. Decisiones con un impacto negativo en el juego del equipo y en la estabilidad del grupo (caso Carvallo).
Y ojalá el análisis culminase allí, enfocándome solo en el aspecto futbolístico, pero desde hace mucho, cuando se habla de Universitario, es inevitable relacionarlo con la millonaria deuda que lo aflige y la cual parece haber llegado a su punto más crítico.
Entre pretemporada, refuerzos y amistosos, la Administración Temporal, con Fernando Bravo de Rueda a la cabeza, elaboraba el plan de reestructuración para el club y, en paralelo, las críticas por pérdida de auspicios y beneficios, así como la falta de apoyo e interés por la reserva y divisiones menores del club comenzaban a recaer en el administrador que dejará su cargo a finales de este mes. Dicho plan, en resumen, contempla la posibilidad de venta, concesión o arrendamiento de Campo Mar U y el Lolo Fernández. No obstante, es de conocimiento público que dichos activos tienen un valor superior al de nuestra deuda y, en consecuencia, se beneficiaría a terceros.
Es claro y preocupante el conflicto intereses entre los acreedores de Universitario, quienes velan por sus propios intereses, buscarán designar un administrador de su “confianza”, y escogerán el plan de reestructuración que mejor se les acomode.
En ese sentido, la Junta de Acreedores llevada a cabo el día de ayer, podía tener 3 escenarios:
1. No llegar a un consenso para la elección de un nuevo administrador, ya que cada acreedor tenía una opción: Vento por el lado de la SUNAT, y Rosales, por parte de GREMCO. Si no se lograba designar un nuevo administrador, no podrían discutirse el plan de reestructuración.
2. El plan necesitaba del 66.66% de aprobación para ejecutarse. SUNAT (61.06%) está a favor, GREMCO (29.4%), en contra.
3. Si no se aprobaba ese plan, como finalmente sucedió, el proceso concursal indica la elaboración de uno nuevo o la liquidación del club.
¿Qué sucedió al final? En un pedido promovido por GREMCO y otros acreedores menores, se cambió el orden de la agenda: primero se discutiría el plan de reestructuración y, luego, la elección del nuevo administrador. Esto no sucedió debido a que el mismo grupo solicitó la postergación de la Junta de Acreedores, pedido que fue acogido por INDECOPI, programando el martes 3 de febrero como nueva fecha.
Es resumen, el futuro del Club sigue siendo una total incertidumbre y los intereses de por medio son, desde todo punto de vista, desfavorables. Frente a esta coyuntura, son positivas las marchas organizadas por grupos y colectivos buscando el bienestar y las mejores decisiones para el club. Luego de muchos años en los que la actitud pasiva y resultadista del hincha motivó que cualquier individuo maneje la institución a su antojo y en beneficio propio, es bueno que se promuevan movilizaciones de este tipo.
El pedido, desde esta tribuna, es mantener una actitud vigilante respecto al tema, informar y difundir a la mayor cantidad de personas y dejar de pensar exclusivamente en el resultado del domingo o los campeonatos que se avecinan. Son algunas de las tantas cosas por hacer para encontrar certezas dentro de un futuro con tanta incertidumbre.